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El presente curso tiene por objeto acercar a los/as estudiantes a las manifestaciones más representativas de la vida cotidiana de las civilizaciones clásicas.
Para ello, y tras una introducción sobre el contexto histórico y geográfico de las antiguas Grecia y Roma, se analizarán la sociedad, el ámbito privado, el plano mítico y religioso, y las formas de ocio.
Si hay dos civilizaciones de la Antigüedad Clásica cuyas aportaciones políticas y culturales han sido decisivas y aún siguen influyendo en el mundo occidental, esas han sido la griega y la romana. La UNED de Tudela ofrece un doble seminario en el que se analizarán dos de sus principales aportaciones: la democracia y el consitucionalismo, por parte de la civilización griega, y la política y organización municipal, por parte de la romana.
GRECIA
Seguramente, al pensar en el legado de las civilizaciones clásicas en general y de la griega en particular, la democracia y, sobre todo, una idea notablemente directa y participativa de aquélla se nos antoja como uno de los grandes préstamos de Grecia –a través de Clístenes (570-507 a. C.) y, sobre todo de Pericles (495-429 a. C.)– al pensamiento político occidental. Efectivamente, tras un periodo marcadamente oligárquico Atenas, no sin problemas ni reformas constitucionales constantes y, a veces, convulsas, generó un sistema político participativo que, además, contó con una serie de instrumentos de control que trataban de velar porque en el ejercicio del poder quienes lo detentaban tuvieran siempre en mente –para respetarlos– los ideales de igualdad, libertad y paz social que estimulaban la vida en esa realidad en parte física, en parte política y siempre antropológica y ética que fue la pólis.
El presente seminario, a partir de la información con que, al respecto, nos han obsequiado las fuentes antiguas –en particular los textos de Aristóteles (384-322 a. C.) aunque también algunos otros de grandes historiadores como Tucídides (460-396 a. C.), testigo directo del engrandecimiento de Atenas en el siglo V a. C.– hará un recorrido crítico sobre el concepto griego –pero sobre todo ateniense, de pólis–, sobre la historia constitucional que llevó a la propia Atenas a –amortizando la antigua monarquía de base oligárquica– convertir el modelo político con que se gobernó en, como dirá Tucídides, “una escuela para toda Grecia”. Lógicamente, ese análisis se detendrá no sólo en los que fueron los principales logros del sistema sino también en las que los propios griegos reconocieron como sus carencias y limitaciones, sus sombras y en el modo como sobre todo los primeros han dado el salto a la tradición política liberal contemporánea.
ROMA
Por su parte, Roma fue, esencialmente, un estado aristocrático. El aferramiento de la nobilitas tradicional a sus privilegios y la conversión de la clase senatorial en una cerrada oligarquía de carácter patricio que recelaba del poder de la plebe o de las clases medias y que caracterizó la política de la capital, de Roma, casi desde los tiempos monárquicos y, en particular, durante la forja del gran imperio territorial de Roma, encontró una suerte de apertura democrática en el modelo municipal que Roma exportó a las provincias. Con ensayos diversos desde el siglo IV a. C., fue a partir del siglo I a. C. cuando Roma entendió que, al menos en política exterior y como complemento a un muy bien diseñado aparato provincial, delegar la gestión de los asuntos locales en manos de la elite local era una vía para garantizar que esta superpotencia funcionara haciendo actual la relación entre el poder central –representado por el Senado y los cónsules en época republicana y por el Senado y el Princeps ya en época imperial– y la autonomía municipal un binomio que debe considerarse, junto a la maquinaria militar y cultural, uno de los grandes secretos del éxito del proceso que denominamos “Romanización”.
Fueron César (100-44 a. C.), primero, Augusto (63 a. C.-14 d. C.), después y, sobre todo, los emperadores Flavios (69-96 d. C.) quienes, como afirmara en época de Adriano el escritor Aulo Gelio, fueron capaces de articular los dominios imperiales de Roma en una red de ciudades que se presentaban como imágenes en miniatura –no sólo en aspecto y en facies cívica sino también en gestión constitucional– de Roma, de la propia capital. El proceso de extensión de ese modelo –que fue progresivamente ajustándose en formas constitucionales y en procedimientos y que descansó, básicamente, sobre el reconocimiento de la diversidad de soluciones políticas de las comunidades prelatinas y sobre la “convalidación” de aquéllas con los modelos romanos– tuvo en las provincias hispanas un escenario fundamental una vez que, de hecho, de ellas proceden los principales documentos materiales con que se nos informa sobre las instituciones, los retos y, también, los logros –muchas veces extraordinariamente próximos a nuestro tiempo– del modelo de administración local impuesto por Roma y que maduraría en los siglos del Alto Imperio.
La actual realidad política-constitucional, tanto en su vertiente nacional como en las estructuras de la Unión Europea es tributaria, en sus grandes conceptos y categorías, del modelo democrático que se conforma en la Atenas clásica y se consolida y perfecciona en la República Romana.
Nuestro continente debe, pues, mantener este histórico legado político que sigue siendo modelo cultural y referente jurídico-constitucional en todo el mundo.
Recorreremos desde las muertes de la reina/faraón Hatshesup o su descendiente Tutankhamon, a otras diversas muertes de reyes y faraones asesinados, pasando por la del rey asirio Asarhadon y las torturas asirias, al mundo helenístico, con sus venenos y reinas ambiciosas que hicieron asesinar a sus propios hijos o fueron asesinadas por ellos, para acabar en la Roma de los Césares, llena de relatos de ambición y corrupción. Una serie de escenarios geográfico / políticos en los que los asesinatos “oficiales” estuvieron a la orden del día. En este curso pasaremos revista en cuatro sucesivas conferencias a cuatro bloques de gobernantes y políticos corruptos y asesinos y sus métodos, ambientados en cuatro grandes escenarios: El Próximo Oriente, Egipto, Grecia y Roma.