En una sociedad como la actual, donde los cambios se suceden a velocidad de vértigo, el análisis racional se revela insuficiente para gestionar con éxito las incertidumbres cotidianas. Para tomar una decisión con efectividad se impone ir más allá de la razón pura y dura y atreverse a escuchar esa voz interior, esa corazonada, esa intuición que se alimenta de todo el expertice acumulado durante toda nuestra vida y que, está demostrado, tiene una base real como la del pensamiento lógico

La buena noticia es que las investigaciones han demostrado que el intuitivo es un proceso de conocimiento tan real como lo puede ser el racional, al que apoya, complementa y muchas veces supera. ¿Por qué? Porque mientras el segundo se nutre de la información consciente, la intuición lo hace de los datos que involuntariamente vamos almacenando en nuestro cerebro.

El método GAD persigue, precisamente, eso: ayudar al profesional a identificar y reconocer aquellas herramientas y pautas que le permitirán hacer más accesible la intuición, entendida como un proceso de conocimiento instantáneo real que se alimenta de información inconsciente. Y la forma de hacerlo es trabajando con esa información inconsciente: mejorando la forma en que la absorbemos, la ampliamos y la procesamos para finalmente hacerla accesible al consciente.