En la actualidad sabemos que las personas que mejor se desenvuelven en las relaciones sociales no son necesariamente aquellas que tienen un mayor cociente intelectual. La concepción de inteligencia se ha ampliado en las últimas décadas hasta incluir la habilidad para gestionar nuestras emociones y las de los demás. La adaptación en distintas áreas (personal, social, familiar, profesional, etc.) mejora sustancialmente cuando somos capaces de reconocer, aceptar y regular las emociones propias y ajenas. Este curso proporciona a los participantes herramientas para desarrollar y aplicar la Inteligencia Emocional a distintos ámbitos como el social, el trabajo, la educación y la salud.